Porque el cuerpo de un cristiano es el templo del Espíritu Santo, el creyente deseará salvaguardar su salud por la siguiente ley natural, desechando los alimentos que destruyen la salud y los hábitos perjudiciales de vida, y siendo moderado en el uso de las cosas que sean buenas. 1 Corintios 3:16, 17; Filipenses 4:5.
Los hábitos del vestuario son un índice del carácter. La modestia cristiana y el amor propio, requieren abstenerse de las modas extravagantes del mundo. Referencias: 1 Pedro 3:1-5; Isaías 3:16-24; 1 Corintios 11:15; 1 Timoteo 2:9.
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